¡Ta-ta-channnnn! Damas y caballeros empezó la campaña del IRPF. Ayer vi en la tele una cutrencuesta con dos tíos que estaban contentos porque le devolvían dinerete (pausa valorativa…) Vamos a ver, mendrugos, ¿sabéis de verdad lo que significa que os devuelvan guita? Pues quiere decir que OS-HAN-MAN-GO-NEA-DO-DE-MÁS durante todo el año, es decir, no habéis podido tomaros la cervecica del sábado por la mañana porque os estaban guindando desde las altas instancias, de qué estábais contentos, melocotoncillos, de tener doce jodidos fines de mes por ir dejándole propina al estado. Yo no entiendo nada, aquí hay gente que se alegra por pagar de más y otra que se queja de todo y no paga, porque parece deducirse de las campañas publicitarias que hay que alegrarse de que cada vez haya menos gente pagando con la elevación del electoralista mínimo de renta. En la cultura del TODOGRATIS se tiene la creencia que esto de costear la verbena española no va con uno. Corren malos tiempos para la solidaridad estatal y en este sálvese-quien-pueda unos intentan ser más ricos para tener instrumentos de evasión fiscal y millones de conciudadanos intentan pasar por pobretones para percibir algo de maná con alguna bequilla pal crío o un descuento en alguna cosa, porque al realmente pobre solemne ya se sabe: “Al indigente, la legalidad vigente”. Lo que me indinna es como se puede fomentar la alegría del que no tiene obligación de presentar la declaración, o sea, ¿que aquí la gente está viviendo en un país puntero, con democracia, libertad, médico del seguro y derechos sociales y no va a tener la obligación de acercarse a la taquilla de hacienda a preguntar “Quillo, se debe argo” aunque sea para que te respondan: “No pisha, tu na”? Es lo menos que hay que hacer por educación si estamos viviendo en el mismo bloque. Y ya si los contribuyentes quieren marcar la cruz en la casilla de ayuda al sostenimiento de los clubes de fútbol de primera división que lo hagan ¿o es que uno no va a poder pagar el país que quiere?
1 comentario:
Una vez más, vemos como Don Ful esparce verdadera sabiduría en lineas directas a la audiencia.
Un diez.
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