Yo antes me reía de estas noticias pero ahora intento adaptarme con la máxima rapidez a estos proyectos estrambóticos porque la experiencia me dice que antes o después terminan aprobándose y cambiando nuestras vidas.
Por lo pronto como se enteren en Kinshasa me temo que la noticia va a provocar un efecto llamada, a la vuelta de unos años ya no será tan raro ver a un simio en la cola del Mercadona con sus plátanos, su sopita de Bambú y sus rodilleras (que se han puesto las aceras con tanto chicle pegado que ya no puede ir uno ni siquiera a cuatro patas).
Realmente quien lo va a pasar mal va a ser nuestra ministra de la vivienda cuando empiecen a llegarle las solicitudes de ayuda para mini jaulas de los simios y simias que buscan su primera vivienda.
Por otro lado el mundo laboral no será ajeno a los cambios profundos que se atisban en el horizonte, a modo de ejemplo en la nueva sociedad paritaria ninguna simia podrá ganar menos salario que un simio y en los circos las autoridades velarán para que haya igual número de simios y simias vestidos de marinero.
Después de aguantar las canciones del verano de George Dann y King África sin suicidios en masa podemos afirmar sin equivocarnos que la sociedad española es una comunidad preparada y madura para los retos del futuro. No obstante la Educación debe cumplir el papel homogeneador que se le presupone y así en cada aula habrá junto al alumnado 3 simios con sus domadores de apoyo, (imaginaros el diálogo en el recreo: “Oye Urko, cómete el plátano o si no hoy no hay árboles”)
Como veis debe haber una Carta de Derechos Humanos para estos homínidos y de paso regalarle una a cada senador por no parar de hacer el simio.