sábado, 7 de julio de 2012

Obispos e irracionalidad (valga la redundancia)




A raíz de la famosa “partícula de Dios”, nombre dado al recién descubierto Bosón de Higgs,  como causante de la materia a través del campo del mismo nombre, José Antonio Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal, ha publicado un artículo en el diario El Mundo (6/7/2012) para sonrojo de cualquier mente medianamente amueblada. A continuación les desgrano su texto con mis comentarios al respecto. Sé que discutir con quien desprecia la razón  es perder el tiempo pero eso es exactamente lo que quise hacer.

Para divulgar los nuevos descubrimientos científicos se recurre con frecuencia a términos religiosos. Ahora se ha encontrado la partícula de Dios. En este contexto, decir partícula de Dios es emplear un lenguaje figurado para llamar la atención sobre la importancia trascendental de ese objeto de la naturaleza. Algo así como decir de un magnífico jugador que es un «dios del fútbol». Alguien, entre los menos versados en lo que es la ciencia experimental, podría entender esta expresión en el sentido de que, por fin, la ciencia habría encontrado el origen de todo y, por tanto, que ya no sería necesario recurrir para nada a Dios. ¿Qué decir de todo ello? 

Debo empezar diciendo que me parece inconexo citar al portavoz de la Conferencia Episcopal para analizar los avances en la Física de partículas. Es como si para valorar un avance en Genética tuviera que solicitar la opinión de un violinista. Tragada pues la primera falacia pasamos a la siguiente: discutir sobre un enunciado falso -“la ciencia habría encontrado el origen de todo”-. La ciencia busca el origen de todo, otra cosa es que lo encuentre, en cualquier caso la hipótesis de Dios no es necesaria, como tampoco lo es  la hipótesis del Ratoncito Pérez para la Odontología.

1. Que la palabra Dios sigue ejerciendo una de sus funciones principales de siempre: remitir a lo último, a la razón de las razones. Por eso echan mano de ella los divulgadores, aunque los científicos tengan sus reparos. 

La idea de que Dios es la razón de todo no deja de ser un pensamiento circular, pues habría que preguntarse a continuación cuál es la razón de la razón de Dios y así sucesivamente. En este caso lo mejor es lo más honrado, partir de lo que hay, el Universo, ante el cual  cualquier elucubración ha de ser demostrada. Los científicos no tienen reparos en esto, tienen vergüenza.

2. Estos reparos son comprensibles, porque los científicos serios saben que la palabra Dios no pertenece al vocabulario específico de las ciencias empíricas, sin que eso quiera decir que ellos tengan que ser ateos. De hecho, Peter Higgs, el que predijo la existencia de lapartícula de Dios -sin haberla bautizado él así- es creyente. Tampoco quiere decir que la ciencia sea incompatible con la religión o con la teología. Se trata de una cuestión de método. 

Martínez Camino nos cita aquí una redundancia malvada,  “los científicos serios” -¡como si fuese posible ser científico-no-serio ¡-, para afirmar en boca de ellos que Dios no pertenece a las ciencias empíricas. Bueno, ni a las ciencias empíricas ni a ninguna otra cosa razonable mientras no se aporten evidencias racionales de su existencia, (hasta ahora todo el material presentado para argumentar tal idea ha sido refutado, a excepción de su poética, que eso, al ser un sentimiento, es personal e intransferible).
Pero lo más sorprendente es que este portavoz de la Verdad nos cuele una gran mentira al considerar a Peter Higgs como un gran creyente cuando él mismo se ha declarado ateo. Qué pena que las religiones admitan la falsedad cuando tiene como fin defender a Dios.
Al final del párrafo nos habla de la compatibilidad de la ciencia con la religión y con la Teología. La misma afinidad que puede haber entre ciencia y Cubismo o la religión y la pesca de altura. Porque, aquí sí que coincido con Mnez. Camino, es precisamente el método el que diferencia a la ciencia de  la religión.  La ciencia parte de lo que se puede saber y avanza hacia la verdad, la teología parte de que ya sabe la Gran Verdad y dedica toda su actividad a que le cuadren las piezas. 

3. En efecto, el método de la Física no puede tener por objeto las realidades espirituales, que no admiten ser medidas ni pesadas, sin que por eso sean menos reales o importantes que las otras. Realidad espiritual es, por ejemplo, el amor humano. 

Suponiendo que la neurociencia nos diga algún día que entendemos por Realidad, “en el caso de que exista tal cosa” (Feynman, Nobel de Física), nuestro mundo entendible no sólo se pesa y se mide, como dice el purpurado,  sino que se razona, y como un chiste que  leí por ahí  “todo se entiende bajo el método racional, cualquier otro método puede usarse pero antes ha de ser razonado”. El señor Camino nos habla del amor como ejemplo de Realidad espiritual, y no pudo tener peor fortuna con el ejemplo, porque si uno quiere perderse en la nada sólo tiene que intentar una definición. Entre el amor de Santa Teresa y el amor  de dos jóvenes ocupando el mismo asiento del coche en el aparcamiento de la discoteca cada uno puede encontrar el que más se ajuste a su concepto según la hora del día.

4. Si no se da por bueno que, en realidad, todo se reduciría a lo medible y a lo pesable, se ha de conceder que la Física puede ayudarnos a entender mejor cómo es y cómo se comporta ese mundo de lo físico pero no podrá nunca responder adecuadamente a la pregunta por la razón de ser del cosmos: la pregunta por su origen y por su finalidad. 
 Esto es otra falacia, la cosas no tienen razón de ser, simplemente son. Las razones místicas las pone nuestra cultura. Unos creen que robar es mejor que mentir y otros lo contrario. Hay quien piensa que la muerte es mejor que la infidelidad y otros detestan esa idea. Unos apedrean a la adúltera por que lo consideran justo, otros defienden el respeto a la mujer. Hay quien cree que el matrimonio divino es un hombre y una mujer y hay otros que piensan que la poligamia es en realidad lo que Dios quiere, unos ven una piedra y la adoran, otros van y se la fuman.. Como se puede comprobar ni siquiera dos religiones coinciden en esto. Y menos mal, porque no todas las religiones pueden ser verdaderas a la vez. Alguien está gastando una broma aquí a los creyentes.

5. La pregunta por la razón de ser del mundo es propia de la filosofía y de la teología y, por eso, la palabra Dios tiene su lugar específico en estas disciplinas. Para la teología cristiana la razón de ser de todo es la potencia de un Amor infinito que es Dios mismo. Por eso, porque al principio está la razón del Amor, el mundo es inteligible y lo justo es el amor. 

Esto último son afirmaciones gratuitas de una forma poética de ver el mundo. Y puestos a elegir poesía, yo prefiero a José Hierro y no a obispos y ayatolás, que son a mi juicio las auténticas partículas de Dios.

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