martes, 12 de septiembre de 2006

Epicenos y epicenas

Ahora lo progre no es saber inglés sino desconocer el español, de seguir así las cosas pronto se pondrán de moda las academias para ayudarnos a olvidar nuestro idioma materno con eslóganes como: “¿Habla correctamente el castellano? Pues nosotros le ayudamos a olvidarlo”, “HOME ESPANGLISH, deje de hablar bien sin esfuerzo. Profesores progres nativos de Idiocia”. Para ser progre es necesario cumplir con unos requisitos mínimos: estar al tanto de la obra de un pintamonas, comprender el castrismo, viajar en bicicleta vieja, atacar sólo a las religiones occidentales, defender a la mujer musulmana, echarse fotos con un poncho en Quito y, faltaría más, cargarle al idioma el sambenito de sexista.

El lenguaje, como cualquier otro código de comunicación, debe ser entendido inequívocamente por la comunidad que lo usa, pero sobre todo tiene que ser ECONÓMICO, lo útil es expresarse con la mínima cantidad de palabras y de éstas preferir las cortas sobre la largas. Así tuvo que ser cuando se estableció la utilidad del EPICENO, o nombre común perteneciente a la clase de los animados que, con un solo género gramatical, puede designar seres de uno y otro sexo. Si yo antes podía decir: “Los niños participarán en un desfile de Moros y Cristianos, de gran tradición entre los murcianos, según lo programado por la asociación de padres de alumnos” y la comprensión era óptima ahora para no herir la sensibilidad de los progres ignorantes que confunden el sexo con el género y no ser tildado de opresor ibérico he de decir, (a ver si me sale): “Los niños y niñas participarán en un desfile de Moros más Moras y Cristianos con Cristianas, de gran tradición entre los murcianos y murcianas, según lo programado por la asociación de padres y madres de alumnos y alumnas”. Se empieza con idioteces así y se termina acuñando frases como “Las personas y personos víctimas o víctimos de mordeduras de ratas y ratos o ratas macho organizan un pase de modelos y modelas con abrigos de piel de pantera y pantera macho o pantero”. También los periódicos de 1969 deberían haber rotulado sus encabezamientos con: “El Hombre y la Mujer han pisado la Luna” ¿Da risa?, -Sí. ¿Vergüenza ajena? –También.

Hay personas que se ofenden por estas manifestaciones, a su juicio sexistas, cuando si por algo deben estar preocupadas es por su ínfimo nivel cultural.

El Gobierno aprobó hace algún tiempo la “Ley contra la violencia de género” y yo me quedé estupefacto, pensé que el Presidente se interesaba por las disputas que una mesa podía tener contra un pupitre, o una botella contra un bote que en tanto que cosas poseían género. Me explicaron que era una mala traducción de la palabra inglesa “gender” que como es sabido se refiere al sexo de las personas ya que el inglés no atribuye ningún género a las cosas. Sin menospreciar el problema de la violencia familiar quizás hay quien se pregunta si antes no hubiera sido necesario promulgar una “Ley contra la violencia de léxico”.
(I apologize not to translate this post since only it is interesting, in the case that it is, for the Spanish speakers for being a reflection about the use of one aspect in the Spanish language).

martes, 5 de septiembre de 2006

Lavados de cabeza

Este artículo es el resultado de la exteriorización de toda mi frustración con el CHAMPÚ porque estamos ya empezando el siglo XXI y la industria no da con la fórmula química definitiva por que si no cómo se entiende que cada semana le cambien los extractos al mejunje, así un día lleva capuchina y a la semana siguiente le ponen agentes hidratantes que deben de ser éstos agentes del Mosad o la CIA ya que nadie los ha visto nunca.
Te cambias de tienda y te venden el champú con fibras de coco o bien con almendras dulces cuando no con miel de los Andes. Les van cambiando los extractos de fruta a ver si atinan y así tantean con la fresa, el maracuyá, el melocotón o el socorrido pomelo.
Hay empresas innovadoras que prueban ponerle un poquito de manzanilla, que ahora se dice camomile, perlitas de té o un poco de tila para quedarse más tranquilos. Los hay con leche de mango, semillas de avena, cacahuete o soja por no decir los champús que contienen medio abecedario de vitaminas y entre tanta semilla, tanta fruta, tanta hierba, tanta vitamina y tanta leche resulta que al final uno termina alimentándose por la punta de los pelos y sólo faltaría la loción al pollo asado para tener nuestra dieta capilar bien equilibrada.

Los cosméticos son una mina, no hay mayor beneficio que fabricar anticelulíticos para ellas y crecepelos para ellos y para que el negocio no decaiga se le añaden nuevas sustancias milagrosas como ahora está en boga la Aloe vera; una planta similar a un concejal de Marbella que cuanto más se le investiga más propiedades se le atribuyen como dice el chiste que rula por ahí.

España ha pasado en muy poco tiempo de lavarse la cabeza con Mistol vajillas a ser una sibarita del cosmético y hasta que llegó esta locura sólo conocíamos dos tipos de champú, el que escuece en los ojos y el que no, o en palabras de mi amigo Juan Carlos, para cabellos normales o para pelos sucios.

En esta sociedad de la prisa los cuartos de baño se han convertido en verdaderas bibliotecas de lectores de etiquetas que es lo único productivo que se puede hacer durante el tiempo que dura una micción y/o defecación, ¡quién ha dicho que en este país no se lee! Y bien vale una lectura atenta entre tantos productos que nos echamos encima del cuerpo porque puede ocurrir que si te equivocas de bote la cabeza se te ponga como un estropajo y por contra el vello del pubis te aparezca sin caspa, sedoso, desenredado con brillo natural y lleno de vida de la raíz a la punta.
HEAD OR BRAIN WASHING
This post is the result of the externalization of all my frustration against SHAMPOO because we already are at the beginning of the 21st century and the industry does not find the definitive chemical formula if it does how is it possible that extracts change every week to the mixture, so one day it contains Capuchina and on the following week it is added moisturizing agents that must belong these agents to the Mosad or the CIA since nobody has seen them ever.

You change of shop and they sell to you the shampoo with fibers of coconut or with sweet almonds when not with Andes honey . They are changing the extracts of fruit to seeing if they guess right by trial and error with the strawberry, the passion fruit, the peach or the useful grapefruit.
There are innovative companies that try to put it a bit of camomile, little pearls of tea or a bit of lime blossom to remain calmer. There are with milk of Mango, seeds of oats, peanut or soybean for not saying the shampoos that contain half an alphabet of vitamins and among so many seeds, so many fruits, so many herbs, so many vitamins and so much milk oneself ends feeding hardly as a size of a hair and only a roasted chicken lotion would be necessary to have our capillary balanced well diet.

The cosmetics are a mine, there is no major benefit that to make anti-cellulite products for women and hair-restorer for men and in order that the business does not fail new miraculous substances are added as now is in vogue the Aloe Vera; a floor similar to a councilman of corrupted Marbella who the more is investigated the more properties they assume to him as it is said in a joke running on internet.

Spain has passed in a little time from the head be washed by Mistol© to became a sybarite in cosmetics and until this madness came only we knew two types of shampoo, the one that stings in the eyes and the fact that not, or in words of my friend Juan Carlos, for normal hairs or for dirty hair.

In this society of the hurry the bathrooms have turned into readers' real libraries of etiquettes that it is the just productive thing that it is possible to do during the time that lasts a piss and / or defecation, who has said that in this country nobody reads! And it worth an attentive reading among so many products that we put on the body because it can happen that if you use the wrong bottle the head turns in a scourer and in the other hand pubis hair appear without dandruff, silky, unravelled with natural sheen and full of life from the root to the tip.