lunes, 3 de septiembre de 2007

SÍNDROME DEL VERANEANTE DISCRIMINADO

Queridos amigos, me siento mal, qué queréis que os diga.

Resulta que yo me tomé las vacaciones en junio y cuando regresé tuve una experiencia que no se la deseo a nadie. ¡Qué gran vacío! Resulta que ningún psicólogo me recomendó nada para reintegrarme a mi puesto de trabajo, toda la ansiedad la digerí yo sólo. Fui a mi terapeuta creyendo que estaba poseído por el “Síndrome Postvacacional” y me dijo que no, que eso sólo le pasaba a los que toman vacaciones en agosto, que lo mío ni eran vacaciones ni eran nada, que a quién se le ocurría tomar vacaciones en junio.

La verdad es que sí, tenía razón, por primera vez me sentía discriminado en mi vida. Al principio no le di importancia, pero se hacía duro poner la tele y que nadie te informara de ningún dispositivo de tráfico, ni de si había medusas en la playa, ni siquiera a qué hora se podía bajar a poner la sombrilla en la arena, que esto es ya el colmo.

Los veraneantes de junio no somos nada, me he dado cuenta. Por ejemplo, que por nadie pase deshidratarse, porque no te van a dar ningún consejo de cómo beber agua cuando tienes sed, como a los de julio y agosto, es que parece que todos los consejos de la tele son para ellos. Recuerdo que un día llovió estando yo en la playa y no vino nadie de Tele5 para hacerme una entrevista a ver qué me parecía el no poder bañarme. Incluso mi mujer hizo topless y no la sacaron en Antena3 con la información sobre la ocupación hotelera.

Pero lo peor fue cuando entré a trabajar el día 1 de julio y oí en la radio de mi oficina: “Alegre la cara, que empiezan las vacaciones”